Las áreas protegidas y conservadas (APC) se ven afectadas por riesgos e impactos de enfermedades de formas muy diversas, como demuestran las recientes epidemias y la pandemia mundial de COVID-19. Su papel potencial en la prevención, detección, respuesta y recuperación de enfermedades es significativo, tanto para reducir los riesgos de propagación como para prepararse eficazmente ante los brotes de enfermedades. Un mensaje clave es que las áreas protegidas pueden -y deben- desempeñar un papel vital en los enfoques de Una Sola Salud para reducir el riesgo de enfermedades y mejorar la salud humana, animal y ambiental.
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